Ir al contenido principal

Nacer de nuevo (Juan 3:5-8)

Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que te haya dicho: «Os es necesario nacer de nuevo» El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu (Juan 3:5-8)

La persona que nace de nuevo nace del agua cuando se arrepiente y se bautiza en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados que haya cometido anteriormente (Hch 2:37-38); siendo el bautismo un símbolo adecuado del nuevo nacimiento, porque la inmersión en el agua simboliza la muerte de la persona anterior nacida en la carne; pero al emerger se manifiesta como una nueva criatura nacida del Espíritu (Ver Romanos 6:4-6)

La expresión nacido del Espíritu también se puede traducir como “nacido de arriba”, es decir, nacido de Dios quién está arriba, y si somos nacidos de Dios entonces somos sus hijos, como dice el apóstol Juan: “a los que creen en su nombre [Jesús], les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13)

Nacer del espíritu es permitir que el espíritu de Dios opere en nuestro corazón y gobierne nuestras vidas, lo cual se traduce en un cambio tan radical que sólo se puede describir como renacimiento o recreación. Es entonces cuando podemos aceptar de veras la voluntad de Dios y cuando llegamos a ser hijos de Dios y ciudadanos de Su reino. Sin embargo, esto no es posible por nosotros mismos, sino por la gracia y el poder de Dios.

Lógicamente, a Nicodemo le costó comprender lo que significa nacer de nuevo. Entonces Jesús lo compara al viento. La palabra griega para “espíritu” es pneuma, que es la misma para traducir “viento”. El viento no se sabe de dónde viene ni adónde va, pero se conoce su existencia por los efectos que produce. Así es el que es nacido del espíritu, no se sabe cómo tiene lugar, pero se evidencia por los efectos espirituales que tienen lugar en la vida de la persona.

¿Y cuáles son estos efectos espirituales? La respuesta es demasiado evidente: Tal como un árbol bueno produce fruto excelente, quien ha nacido del espíritu necesariamente ha de producir fruto espiritual, y “este es el fruto que el Espíritu produce en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Mateo 7:15; Gálatas 5:22-23) Sabemos que hemos “nacido del Espíritu” cuando estamos experimentando el desarrollo constante de estas cualidades espirituales.

Anterior --- Lista de temas --- Siguiente

Comentarios