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No resistan al que les haga mal (Mateo 5:38-42)

Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga una milla, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda (Mateo 5:38-42; Lucas 6:29-30)

Aquí Jesús está enseñando con varios ejemplos, un principio de cómo el amor ha de responder a situaciones donde lo normal es tener deseos de vengarse, o al menos sentirse molesto.

Respecto a la famosa expresión “devolver la otra mejilla”, Jesús no quiso decir que se debería pedir más bofetadas. Él mismo, cuando se le abofeteó en la cara durante su juicio, protestó a quien le maltrató diciendo: Si he hablado mal, da testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas? (Jn 18:22-23) La referencia de Jesús a una bofeteada “en la mejilla derecha” tenía que ver, no tanto un golpe que causara dolor, sino uno que insultara y avergonzara. Como dice un comentario bíblico: “Jesús aquí habla de lo que todavía es realidad en el Cercano Oriente... pues el más insultante de todos los golpes físicos es el de herir la mejilla derecha con el revés de la mano”. Por tanto, el volver la otra mejilla no ha de tomarse literalmente, sino como una figura exagerada que busca hacer comprender mejor la enseñanza de ‘no resistir a quienes nos hagan mal’, de estar dispuestos a aguantar insulto y daño personales sin recurrir a la represalia. De esta manera podremos imitar a Jesús mismo, de quien se dice: “Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que confiaba en aquel que juzga con justicia” (1 Ped. 2:23)

En resumen, estas palabras nos ayudan a entender que no tenemos que tomarnos la justicia por nuestra cuenta. El ideal cristiano no es solo el evitar devolver el golpe o la ofensa, sino incluso estar dispuestos a aguantar la afrenta de buena gana, sin resentimiento personal.

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