También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor”. Pero yo digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier otra cosa que digan más allá de esto proviene del maligno (Mateo 5:33-37)
Jesús nos enseña que nunca debemos necesitar de un juramento para garantizar lo que decimos. Se nos debe conocer por ser personas que siempre decimos la verdad. Clemente de Alejandría decía que los cristianos deberían vivir de tal manera y demostrar tal carácter que a nadie se le ocurriera nunca exigirles un juramento.
Cuando dice: "Cualquier otra cosa que digan más allá de esto proviene del maligno", Jesús puede querer decir que la necesidad de hacer juramentos es por el mal que existe en la humanidad, donde el engaño y la falsedad es práctica común.
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