Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis (Mateo 6:7-8)
La oración no debería consistir en vanas repeticiones. Algunas personas piensan que repetir las mismas palabras una y otra vez hará que finalmente Dios los oiga. No es que esté mal acercarnos a Dios con la misma petición, ya que el mismo Jesús animó a que a hacer oraciones persistentes (Mt 26:39, 42, 44; Lc. 18:1–8) Lo que Jesús sí condena es el uso de “vanas repeticiones”, donde el énfasis no está en “repeticiones”, sino en “vanas”; es decir, palabras sin sentido, repeticiones vacías de palabras y frases que no se elevan con un corazón sincero. Dios no se impresiona por la mucha palabrería; pero nunca se ora demasiado si nuestras oraciones son sinceras expresiones que proceden del corazón
Jesús dice que Dios ya sabe de nuestras necesidades antes de pedírselas. Entonces, el propósito de orar no es para informarle de nuestras necesidades. Él ya las conoce y, además, está muy dispuesto a ayudarnos (Mt 7:11; Luc. 11:13; 18:7; 1 Ped. 3:12) Entonces ¿Por qué orar si Dios ya lo sabe todo?
- Porque Dios hace cosas en respuesta a la oración que Él no habría hecho de otra manera (Ver Santiago 4:2)
- Oramos porque somos hijos de Dios, y los hijos se comunican con sus padres. Dios nos habla a través de Su palabra, y nosotros hablamos con Él en oración. Orar debe ser un acto de amor filial y un ejercicio de fe.
- Porque en la oración reconocemos nuestra necesidad y dependencia de Él, y esto agrada a nuestro Dios Padre celestial.
Y si lo pensamos un poco, saber que oramos a un Dios que ya sabe todo debe ser un fuerte aliciente para orar más frecuentemente y con más confianza.
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