Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida (Juan 5:21-24)
El apóstol Juan dice que “el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”, y que, lo que determina el sentido del juicio es prestar atención y obedecer la palabra de Jesús. Esto quiere decir que Dios ha confiado todo el proceso del juicio a Jesucristo, y que el juicio de una persona depende de su reacción a Jesús. Si encuentra en Él la única Persona digna de ser amada e imitada, está en el camino de la vida; y si ve en Jesús a un enemigo, se ha condenado a sí misma. Jesús es la piedra de toque en la que todos somos probados; nuestra reacción ante Él es la prueba que divide a la humanidad (WB)
Así de importante debe ser Jesucristo para nosotros; y por eso debemos honrarlo como honramos al Padre, una honra que en ningún caso debe sufrir menoscabo al poner a simples hombres por encima de él.
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