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No romperá la caña quebrada (Mateo 12:20-21)

No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia. Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza (Mateo 12:20-21)

Estas palabras proféticas de Isaías también describen como Jesús trataba a la gente. Las cañas quebradas o mechas que apenas arden son figuras que describen a aquellos cuyo espíritu está a punto de quebrarse o apagarse, los que están rotos al tomar conciencia de su pecado, los marginados que tienen el ánimo apagado. Lejos de hacer como los escribas y fariseos que no perdían oportunidad para condenar o menospreciar a estas personas, Jesús las consolaba y animaba, les daba verdadera esperanza para recuperar su fortaleza espiritual.

Alguien que estuvo en esta situación fue el apóstol Pedro, quien llegó a sentirse totalmente desecho cuando se dio cuenta de haber negado tres veces a su amado Señor ¿Cómo reaccionó Jesús? Lo trató con compresión y ternura. Cuando resucitó, al primer apóstol que se apareció fue al arrepentido Pedro, y lo hizo para perdonarle y confirmarle la confianza que tenía en él. De esta manera hizo que la caña quebrada se fortaleciera y la mecha casi apagada volviera a dar a luz (Mt 26:69-75; Mr 14:72; 1 Co 15:5; Lu 22:31-32; Jn 21:15-17)

El mensaje es que nunca debemos desesperar. Si después de considerar lo mucho que hemos fallado a Dios nos sentimos rotos y apagados y pensamos que no vale la pena seguir luchando, entonces, más que nunca necesitamos confiar en el amor y el espíritu de Dios para perdonarnos y restaurarnos. El Señor no nos deja. Basta con no rechazar la mano que Él nos tiende.

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